Tan solo el eterno sol en las alturas se ve más allá de la profundidad existencial de tu cuerpo. Ese sol que viaja ya más allá de todo límite y toda ilusión. Es el sol de mi más íntimo centro; y estando por encima de todo vivir y todo sentir se ve no sumergido por ti, mi bien amada, sino reflejado en cada gota de ti, pintando sus destellos en tus olas, besando tus profundidades con su ardor, y recorriendo tus vaivenes.
Yo que soy mortal me sumerjo en ti. Yo que soy eterno divino me reflejo en ti. Y al final del día, hasta el mismo sol quiere sumergirse en tu vientre, como reflejo efímero de su eterno sumergir al disolverse como estrella en el océano eterno del infinito vacío.